miércoles, 2 de noviembre de 2011

1.1.2 Epéntesis

La palabra Epéntesis viene del griego antiguo: epi (hacia [blas]) + en (en [en]) + thésis (puesto [lo que buscas al hacer una tésis]) = poner por dentro = intercalar.

O sea, que es lo mismo que la Prótesis, pero en el puto medio.

En general, el fonema o varios que metes dentro suele ser una vocal. Hay que ser muy retorcido para ponerte a hinchar palabras a base de vocales, pero no hay más que ver los neologismos. Ahí se intercala a posta, por vicio, pero de toda la vida lo normal ha sido hacerlo por necesidad.

- EJEMPLO -
Hubo un vampiro que vivió en la época prerrománica de la península ibérica. Él no hablaba español porque aún no existía, pero sabía que al hombro se le decía “humerum” en latín. En esto que llegaron los colonos romanos, que eran todos unos paletos. Tan paletos eran, que se les había caído la e de humerum por el camino. Así que el vampiro se tiró años persiguiéndoles de noche para convencerles de que dijeran humerum bien, con todas las letras. Nada, oye. Qué gente más cabezota, por favor.
Muchos tiempo después, los tataranietos seguían con el humrum, el humro, el homro... La cosa cada vez sonaba peor. El vampiro se exilió a Francia para siempre, así no tendría que soportar tanta mediocridad. Qué pena, se perdió la evolución de las lenguas romances. Cuando el vampiro se fue, los hispanos dejaron de sentirse agobiados por su academicismo y pudieron intercalar la letra b para que la r no rozase tanto. Desde entonces, en español tenemos la palabra hombro. ¿Somos unos paletos? Sí. Sólo unos paletos dirían el soso “Calavera” (suena a lavadora con cal) en vez del sugestivo “Calvarium”. O quizá no: después de todo, recurrimos al ornatus retórico de la elocutio. Mucho más distinguido, dónde va a parar.

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